Estrés postraumático causado por sismos - Bases teóricas

RESILIENCIA ANTE SITUACIONES DE DESASTRE 149 persona adulta. Todas estas y más razones positivas puede tener la madre; sin embargo, para el niño, dejar la seguridad de su casa donde está mamá para ir a un lugar desconocido y competir con otros para captar la atención de la educadora, puede generarle gran sufrimiento, una crisis que lo obliga a cambiar para adaptarse al nuevo entorno. Cualquier aprendizaje significa incorporar nuevas ideas, conductas y costumbres a su repertorio, lo cual no siempre es agradable para un niño, más cuando no entiende el porqué lo “abandonaron”. El cambio de casa o de escuela, también puede generar una crisis para los chicos, ya que implica perder la estabilidad, sus referentes, sus conocidos y tener que empezar de nuevo. A lo largo de la vida, todas las personas, sin importar su edad, condición social o cualquier otra variable, atraviesan por distintas crisis. El ejemplo anterior no es tan grave, si los comparamos con la pérdida o muerte de un ser querido, una enfermedad crónico-degenerativa, invalidante o terminal, que repercuten en todo el sistema familiar. Estas crisis no solo pueden paralizar a la persona, sino que afectan las distintas esferas de la vida personal y familiar, tales como el comportamiento de los hijos en la escuela, el campo laboral del adulto o la vida social familiar, llegando incluso a tener que cambiar sus costumbres, rutinas o actividades que realizaban anteriormente. Otra crisis frecuente en la familia está relacionada con la vida de pareja. Por ejemplo, si en la relación de los padres ocure una infidelidad, violencia extrema, una separación o un divorcio, puede tener efectos devastadores en el otro cónyuge, pero también en los hijos y en la familia extensa. Por lo regular, la vivencia de la crisis es más fuerte para la persona que no tomó la decisión y que vive la experiencia como un castigo, como un acto injusto o una desgracia inesperada.

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