TERAPIA DE SESIÓN ÚNICA DESPUÉS DEL SISMO #19s... 93 de las prácticas sociales, las cuales limitan la agencia de las personas pertenecientes a grupos minoritarios (como las personas LGBT+) y las lleva a experimentar diversas emociones políticas, como el dolor, el miedo o la repugnancia. La terapia, entonces, debe estar orientada a comprender para poder integrar las responsabilidades estatales frente a los problemas que viven las familias que asisten a un servicio de salud y con ello, y como profesional, ser sensible a esas emociones y responder, desde una reflexión sincera, sobre sus cegueras, limitantes y privilegios sociales. Si bien la intención del presente escrito no es profundizar en esos elementos epistemológicos, es conveniente enunciarlos, ya que son solo algunos de los supuestos básicos que fundamentan esta propuesta clínica: 1. La mayor parte de los procesos de terapia son breves. Las investigaciones que analizan la eficacia y efectividad de los tratamientos confirman que uno es el número común de sesiones o que ocurren con mayor frecuencia en los modelos de terapia (Eguiluz, 2004; Talmon, 1990; Slive y Bobele, 2013). Un punto importante es que se ha demostrado que el ritmo de cambio en el transcurso de la terapia decrece conforme aumenta el número de sesiones. Gran parte del cambio ocurre en las sesiones iniciales (Eguiluz, 2004). Investigaciones como las de De Shazer (1986) y Ochoa (2004) confirman que la terapia breve es efectiva y eficaz. De acuerdo con De Shazer (1986), no se trata de hacer menos que una terapia prolongada, sino alcanzar en el menor número de sesiones los mismos o mayores resultados. Eso significa que, como señalan Watzlawick y Nardone (2014), en la terapia es fundamental resolver la mayor cantidad de problemas en el menor tiempo posible. 2. La terapia como método para resolver problemas de la vida real. Un autor fundamental para la terapia familiar sistémica es Jay Haley (1990), quien aconseja centrarse en los problemas de la
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